El té es una bebida que se viene utilizando tradicionalmente por la medicina natural en las civilizaciones orientales, si bien ahora su uso se ha extendido y se ha puesto de moda también en occidente. Todos los tipos de té conocidos provienen de la misma planta, la Camelia Sinensis. La diferencia entre ellos viene determinada por la forma en que son procesados.
- Té verde : se obtiene tras un proceso de mínima oxidación de las hojas de la planta de té y contiene una gran cantidad de catequinas e isoflavonas que le confieren un alto poder antioxidante, lo que contribuye a evitar el envejecimiento prematuro de todos los tejidos del cuerpo. Evita el endurecimiento de las paredes arteriales.
- Té blanco:Se elabora artesanalmente con los brotes más jóvenes de las plantas del té. Estudios científicos han demostrado que el té blanco contiene una cantidad mucho mayor de polifenoles que el té verde, por lo que su poder antioxidante también resulta mucho más potente.
- Té rojo: Se somete a un largo proceso de postfermentado; su maduración se realiza en bodegas y puede durar varios años. Este proceso es el que le confiere su fuerte sabor y su color intenso. Tiene efecto diurético, por lo que ayuda a eliminar líquidos y mejorar la digestión.
- Té negro: Las hojas de Camelia son sometidas a un proceso oxidativo más prolongado que otros tipos de té como el blanco o el verde, lo que le confiere un fuerte sabor. Reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular, estimula el sistema nervioso y tiene efecto diurético.
Os animamos a que podáis contar con el asesoramiento de un/a nutricionista que os pueda ayudar a mejorar vuestra salud con unos hábitos saludables.