La fibra es una parte de los alimentos que cada vez tiene mayor importancia ya que conocemos de manera más precisa sus beneficiosos efectos. La fibra es una substancia formada por azúcares de “gran tamaño” que recorre todo el aparato digestivo y no modifica apenas su composición, por lo que no se absorbe. Abunda en las verduras (una media del 6% de su composición es fibra), frutas (sobre todo en la piel; en conjunto el 2% es fibra), hortalizas, legumbres y alimentos integrales.
Cuando la fibra pasa por el intestino nos permite:
- Reducir la absorción de las grasas (ya que “atrapa” una parte de ellas). Esta función colabora en el control en sangre de la LDL o “colesterol malo”.
- Reducir la absorción de algunos azúcares o hidratos de carbono (por lo que ayuda en el caso de la diabetes de los adultos).
- Equilibrar la actividad del intestino evitando el estancamiento de los alimentos y, con ello, la aparición de estreñimiento, cáncer de colon, cáncer de mama e incluso las enfermedades coronarias.
La falta de fibra puede facilitar la aparición de enfermedades como apendicitis, divertículos intestinales, hemorroides, pólipos, obesidad, diabetes y cálculos de vesícula biliar.
Destacan por su contenido en fibra las judías blancas (19,2 grs. por cada 100 de producto), guisantes secos (12 grs), harina integral (11,6 grs.), lentejas (10,6 grs.), almendras (10 grs.), garbanzos (9,5 grs.), maíz en grano (9,2 grs.), avellanas (7,4 grs.), pan integral (7,2 grs.).
También tienen mucha fibra los cacahuetes, frambuesas, pistachos, pipas de girasol, muesli, alcachofas y guisantes.
Os animamos a que podáis contar con el asesoramiento de un/a nutricionista que os pueda ayudar a mejorar vuestra salud con unos hábitos saludables.