Preguntas sobre Nutrición y Alimentación

Preguntas sobre Nutrición y Alimentación

El pan integral y el pan blanco aportan prácticamente la misma cantidad de calorías. Sin embargo, el pan integral aporta fibra que favorece la saciedad y un correcto tránsito intestinal; además provoca una absorción paulatina de la glucosa, que evita picos de glucemia y favorece un aporte de energía más sostenido. El pan integral también aporta más de 500 tipos de sustancias fitoquímicas que tienen un efecto positivo en la microbiota intestinal. El pan blanco carece de fibra y por tanto de todas las propiedades mencionadas; solo estaría indicado en procesos de diarrea o gastroenteritis o en una menor frecuencia.

La leche sin lactosa (consumida por lo intolerantes a la lactosa) suele mantener las mismas propiedades que la normal, aunque la absorción de calcio se ve favorecida por la presencia de lactosa.

Depende, hay grasas vegetales de gran calidad nutricional al igual que grasas de origen animal.

Ejemplos de grasas animales saludables: las presentes en el pescado azul ricas en omega 3. Se aconsejan los pescados azules de tamaño pequeño como las sardinas o los boquerones que contienen menos mercurio que los de mayor tamaño.

Ejemplos de grasas vegetales saludables: las presentes en el aguacate o en el aceite de oliva que aportan ácidos grasos monoinsaturados, y las presentes en los frutos secos como las nueces, anacardos, etc que aportan ácidos grasos polinsaturados omega 3 con propiedades antiinflamatorias.

Las espinacas aportan 2.5 mg de hierro por 100 g, mientras que los berberechos, por ejemplo, aportan 25 mg por 100 g, en forma de hierro hemínico que favorece su absorción. En cambios los alimentos vegetales aportan hierro no hemínico y necesitan de Vit C para mejorar su absorción. En el caso específico de las espinacas se suma la presencia de oxalatos y lignina que dificulta aún más la absorción del hierro por lo que no pueden considerarse un alimento fuente de este nutriente.

Frecuentemente necesitamos pelar las verduras para lograr texturas adecuadas (según el tipo de preparación) y para mejorar la disponibilidad de los nutrientes presentes en ella, como por ejemplo la calabaza, o la berenjena, pero si la preparación no lo requiere, la piel puede mantenerse lo que favorecería la conservación de algunos nutrientes.

No, los alimentos congelados suelen conservar sus cualidades nutricionales, a veces en mejor proporción que los frescos, ya que el tiempo que pasa desde la recolección hasta la distribución puede afectar al valor nutricional de los mismos, con pérdida de algunos nutrientes como vitaminas hidrosolubles. Es muy recomendable tener en el congelador verduras congeladas como brócolis, judías verdes, setas, menestras, etc en vez de tener alimentos precocinados como croquetas o nuguets o postres hipercalóricos como helados o pasteles.

Ambas maneras están justificadas ya que si se consume verduras crudas el aporte de vitamina C, por ejemplo, es mayor y cuando están cocidas aumentan la biodisponibilidad de algunas sustancias fitoquímicas como el licopeno (con gran capacidad antioxidante) presente en el tomate y otras verduras. Por lo tanto se puede coger  diariamente una ración de verduras crudas y otra de verduras cocidas.

Por término medio, el plátano tiene 100 kcal, es una fruta más calórica que, por ejemplo, las frambuesas, pero no es por eso que engorda o que no puede ser incluida en una alimentación saludable o incluso en un régimen de pérdida de peso. En cuanto al azúcar, el azúcar de la fruta es naturalmente presente, luego no podemos compararlo al azúcar añadido de, por ejemplo, un pastel. Además, la fruta no es solo azúcar, tiene fibra y una serie de vitaminas y minerales que son importantes y que tienen sentido en nuestra alimentación.

Lo más importante es fijarse en el listado de ingredientes, indica de mayor a menor la cantidad de ingredientes del producto. Cuanto más corta sea esta lista y cuantos menos nombres que desconozcas haya, mejor. Es recomendable evitar productos ultra procesados con aceites vegetales refinados, que sobrepasen el gramo de sal por cada 100gr, con azúcares añadidos (no los naturalmente presentes) y con harinas refinadas.

El término light se refiere exactamente al número de calorías que aporta el alimento, en relación a su versión no light. Por tanto, un producto light es aquel cuyo aporte energético en calorías es, como mínimo, un 30% inferior que las que contiene una misma cantidad del original. Este efecto light se produce básicamente disminuyendo la cantidad de azúcares y grasas en el procesado del alimento. Existe mucha polémica sobre qué significa el término light y también respecto al hecho de sus posibles beneficios o la conveniencia de su existencia en el mercado. Los productos light no adelgazan, simplemente aportan menos calorías en la dieta diaria que su equivalente original; por ejemplo el queso o el paté seguirán siendo productos grasos con gran aporte calórico aunque sean en su versión light. Muchas veces se cae en el error de que al consumir la versión light del producto se puede tomar más cantidad, con lo que finalmente se han ingerido más calorías que si hubiéramos comido el producto original. Muchos de los productos anunciados como light no cumplen la premisa de aportar como mínimo el 30% de calorías menos que el original, por lo que es recomendable que el consumidor revise el etiquetado y lo compare con el del producto original para evitar sorpresas.

Tanto las carnes rojas como las blancas constituyen un excelente aporte de proteínas de alta calidad y por este motivo su consumo es importante de cara a mantener una dieta equilibrada. Además de las proteínas, aportan minerales y vitaminas esenciales para el buen funcionamiento de nuestro organismo.

Las carnes rojas hacen referencia a carne de vacuno, buey, caballo y a carne de caza (perdiz, codorniz, etc.), incluso a vísceras.

La carne considerada o llamada blanca es la carne de pollo, pavo o conejo.

La carne de cordero o cerdo puede variar en coloración, siendo roja o blanca dependiendo de la edad del animal o de la parte del cuerpo. Las carnes rojas y las vísceras contienen más cantidad de hierro que las blancas. También contienen en general más grasa y mayor cantidad de purinas. Las purinas son un producto de degradación de las proteínas y contribuyen a la formación de ácido úrico, de ahí que los enfermos de gota deban abstenerse del consumo elevado de carne roja, ya que al tener cristales de ácido úrico en las articulaciones padecen artritis o inflamación de las articulaciones y el consumo elevado de carne roja puede empeorar estas patologías.

La mayor cantidad de grasa y sangre de la carne roja le da a ésta más sabor y la hace más sabrosa, que por ejemplo la carne de pollo. En términos generales, se recomienda el consumo de tres o cuatro raciones por semana de carne, permitiéndose que sea carne roja tres o cuatro veces al mes. Se considera más saludable el consumo de carne blanca, ya que ésta posee similar valor nutricional pero contiene menos grasa y menos purinas, que consumidas en exceso se relacionan directamente con la aparición de enfermedades cardiovasculares.

Lo ideal es beber 2 litros, que es lo que se estima se pierde durante el día. Sin embargo la mejor medida es evitar tener sed. La sed ya es el primer indicativo de deshidratación.

El huevo es un alimento muy completo, que aporta vitaminas y proteínas de alta calidad al organismo. Además es muy versátil, ya que podemos consumirlo de diferentes maneras, por si solo o formando parte de multitud de salsas.

Cocinar o cocer el huevo contribuye a evitar riesgos microbiológicos y a aumenta su valor nutricional. Una cocción adecuada destruye posibles bacterias contaminantes, como pueden ser la salmonella o el estafilococo. El proceso de cocción de los huevos consiste en llevarlos a ebullición. Normalmente se precisan de 8 a 12 minutos desde que comienzan a cocer para que queden perfectamente.

Con este tiempo de ebullición conseguimos que las proteínas de la clara y la yema se coagulen a causa del calor que las transforma de un estado líquido a otro sólido. Las albúminas que contiene el huevo se coagulan y lo hacen más fácil de digerir con lo que aprovecharemos al máximo los nutrientes que este alimento nos ofrece.

Podemos descongelar los alimentos en el microondas o en el frigorífico, nunca a temperatura ambiente porque así se permite el desarrollo rápido de bacterias. El microondas puede utilizarse para descongelar piezas pequeñas y finas activando la opción «descongelar». En el frigorífico, los alimentos congelados se deben colocar en un recipiente limpio e impermeable en la zona inferior de la nevera unas horas previas a la cocción, para que la secreción que desprenden las carnes o pescados no caiga encima de otros alimentos y los contamine. La descongelación en el frigorífico también puede comenzar la noche anterior a la preparación. No es necesario descongelar las hortalizas. Podemos introducirlas congeladas en agua hirviendo o en aceite de fritura, siempre en pequeñas porciones para no disminuir la temperatura. Una vez descongelados, los alimentos deben cocinarse rápidamente.

No existe razón para limitar el consumo de pescado azul exclusivamente a las cenas. Los pescados son alimentos muy nutritivos, ricos en proteínas de alto valor biológico, vitaminas y minerales. En una dieta saludable se recomienda incluir el pescado al menos tres veces por semana en comidas o cenas, al menos una de ellas pescado azul.

El pescado azul (atún, bonito, boquerón, caballa, jurel, palometa, salmón, sardina, etc.) es más graso y calórico que el pescado blanco (bacalao, besugo, gallo, lenguado, merluza, rape, rodaballo, etc.) sin embargo, el tipo de grasa que contiene es cardiosaludable, ya que se trata de ácidos grasos omega 3.

Preguntas sobre la consulta del Nutricionista - Dietista

Para entender correctamente qué es una consulta nutricional y cómo funciona, lo primero es conocer quién es la persona que la debe llevar a cabo: el dietista-nutricionista.

Un dietista-nutricionista, a grandes rasgos, es un profesional sanitario titulado, experto en alimentación, nutrición y dietética, capacitado para intervenir en la alimentación de una persona, sea cual sea su condición de salud. Sabiendo esto, ya podemos intuir de qué se trata cuando hablamos de una “Consulta Nutricional”.
Cuando queremos modificar nuestros hábitos alimentarios, mejorar nuestro estado de salud o condición física, lo habitual es acudir a un profesional de la salud.

Un dietista aborda muchos ámbitos y especialidades en una consulta de nutrición: tanto a nivel del control de peso (también para ganarlo o dar apoyo en situaciones de riesgo nutricional) como de patología gastrointestinal, pre y post cirugía, oncología, en particular en la prevención de la malnutrición y gestión de síntomas… En fin, muchas situaciones. A veces una consulta puede ser solo un momento para aclarar dudas y para promover una educación alimentaria.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que a una consulta nutricional se debe acudir con predisposición y motivación positiva para alcanzar nuestro objetivo, ya que de otro modo, el trabajo del profesional servirá de bien poco.
En un primer contacto, el dietista-nutricionista debe conocer ante qué situación se encuentra, y para ello es necesario recoger datos del paciente, lo que se conoce como anamnesis o historia clínica. En este documento se detallan datos de la valoración del estado nutricional del paciente, que incluye una valoración clínica y una valoración antropométrica, así como la creación de un plan de acción dietético-nutricional con unos objetivos claros a conseguir.

Con todos estos datos, el dietista-nutricionista ya tiene información suficiente para realizar el cálculo de las necesidades nutricionales del paciente, así como la elaboración del plan de alimentación adaptado y totalmente personalizado a sus preferencias y necesidades.

Las pautas dietéticas que realizamos están basadas en un estilo de vida saludable, sin suplementos ni productos extra y totalmente personalizadas para cada paciente según sus horarios, hábitos, preferencias alimentarias, estilo de vida y situación personal.

Para que el tratamiento sea personalizado y adecuado a las necesidades nutricionales de cada persona, es imprescindible conocer en profundidad la historia clínica y dietética del paciente y sus hábitos de vida. De esto nos ocuparemos en la primera visita:

  • Entrevista dietética : para conocer los hábitos, ejercicio, medicación, horarios y preferencias y así poder personalizar la dieta:
    • Información psicosocial : además de los datos personales del paciente, veremos cuál es el motivo de la consulta, si el paciente ha estado anteriormente en alguna consulta de algún Dietista-Nutricionista o ha hecho alguna dieta por su cuenta, su grado de motivación con el tratamiento, sus hábitos de vida generales, etc.
    • Historia clínica: si el paciente tiene o ha tenido alguna patología relacionada con el ámbito de la nutrición, si tiene analíticas recientes, si es alérgico o intolerante a algún alimento, etc.
    • Historia dietética: es la parte más importante de la entrevista dietética, hablaremos sobre los hábitos de alimentación del paciente, distribución de las comidas a lo largo del día, técnicas culinarias utilizadas, alimentos que no le gusten o siente mal, platos favoritos, consumo de agua, etc.
    • Deporte y ejercicio físico: veremos si el paciente practica o no ejercicio físico, con qué frecuencia e intensidad, si se mantiene activo a lo largo del día, etc.
  • Valoración antropométricapara determinar la composición corporal (peso, % grasa, % agua, masa magra, masa mineral ósea, perímetros, pliegues, constitución…), realizado mediante bioimpedancia.

Lo primero que tienes que pensar es que no es una dieta, sino un estilo de vida y el aprendizaje de unos hábitos alimenticios nuevos. Para comprender por qué la dieta debe ser un estilo de vida y no un esfuerzo de meses, solamente tenemos que entender que, al evitar los malos hábitos alimenticios, nos mantendremos en forma y gozaremos de una buena salud.

Adoptar una dieta no es algo temporal, sino que la alimentación saludable debe convertirse en un estilo de vida para conseguir que el cambio sea real y se prolongue en el tiempo.

No bases tú día a día en la dieta, conviértela en un hábito saludable.