LA GOTA, UNA DE LAS ENFERMEDADES MÁS ANTIGUAS en los registros históricos médicos, es un trastorno hereditario del metabolismo de las purinas (componentes de ciertas proteínas, las nucleoproteínas), porel cual se acumulan concentraciones anormales de ácido úrico en la sangre. Como consecuencia, se forman unas sales (uratos de sodio) que pueden depositarse en articulaciones pequeñas y tejidos vecinos (tofos). Estos depósitos a su vez pueden dañar las articulaciones y dar lugar a una artritis crónica. La enfermedad, que suele ocurrir después de los 35 años, se caracteriza por dolor artrítico por lo general localizado en un ataque súbito que se inicia en el dedo gordo del pie y que continúa hacia arriba por la pierna. Puede presentarse de forma aislada o acompañarse, en algún momento de la evolución, de litiasis renal úrica (véase capítulo de cálculos renales) y/o de la llamada nefropatía gotosa.
La hiperuricemia es una concentración de ácido úrico en sangre por encima de 7 miligramos por decilitro. La hiperuricemia no necesariamente se acompaña de gota o de litiasis renal, en cuyo caso se denomina hiperuricemia asintomática. Sin embargo a mayores niveles de ácido úrico, las posibilidades de sufrir gota aumentan significativamente. A medida que avanza la enfermedad, los síntomas son más frecuentes y prolongados. En cuanto a los ataques, se sabe que tienen relación con la alimentación, la obesidad, la ingesta de bebidas y los ejercicios excesivos.
La aparición repentina de un dolor agudo en una articulación inflamada, normalmente en la base del dedo gordo del pie o en articulaciones mayores puede ser síntoma de niveles nocivos de ácido úricos en el organismo. El dolor es muy fuerte (cualquier roce lo hace insoportable), y las articulaciones afectadas pueden llegar a enrojecer, ya que se calientan, y aparecen hinchadas y muy tensas. Los médicos previenen a toda la población, sobre todo a la que supera los 30 años, que en lo posible evite los factores de riesgo: comer grandes cantidades de alimentos ricos en ácido úrico como anchoas, las mollejas, riñones e hígado.
El objetivo del tratamiento médico es controlar los síntomas y descubrir la causa subyacente. Se aconseja que cuando se sufra el dolor, se utilicen compresas frías sobre las articulaciones doloridas y se evite el peso de la ropa de la cama colocando una varilla que eleve las sábanas para que no las rocen. Si el facultativo así lo estima, el enfermo se tiene que someter a una medicación anti-inflamatoria no esteroide para controlar la inflamación de las articulaciones doloridas. Para atajar el dolor en caso de crisis aguda también pueden utilizarse medicamentos con prescripción médica. En algunos pacientes se aplica una medicación de larga duración, con el objeto de reducir la producción de ácido úrico o para incrementar la excreción de este ácido por parte del riñón. Los medicamentos tienen unos efectos secundarios importantes, por lo que es fundamental que el tratamiento se realice bajo supervisión médica. Asimismo, con o sin medicación, se deberá seguir una dieta. Si la persona es obesa, no realizará nunca una dieta de choque ya que una pérdida brusca de peso podría provocarle también una crisis de gota.
El tratamiento de la hiperuricemia comprende la dieta y agentes reductores del ácido úrico. Actualmente la dieta no tiene el papel fundamental que ha tenido en épocas anteriores en el tratamiento de la hiperuricemia ya que los agentes farmacológicos son muy eficaces y, además, es necesario seguir una dieta muy pobre en purinas para conseguir descensos moderados de los niveles de ácido úrico. Una dieta con restricción estricta en purinas puede descender el nivel de ácido úrico entre 0,6 y 1,8 miligramos por decilitro de sangre. Sin embargo, el consejo dietético sigue siendo importante para el control completo del paciente con hiperuricemia.
Adecuar la ingesta calórica para conseguir el normopeso de forma progresiva y no brusca (el ataque de gota puede ser provocado por una comida muy copiosa o, paradójicamente por una cura de ayuno).
Reducir las purinas de la dieta para ayudar a que descienda el valor de ácido úrico en sangre. Se debe disminuir el consumo de alimentos ricos en purinas (vísceras, carnes, pescados azules, marisco…). Las legumbres tienen un contenido moderado en purinas.
Reducir o suprimir las bebidas alcohólicas ya que pueden dar lugar a una crisis aguda de gota (incrementa la producción de ácido úrico).
No excederse en el consumo de grasas, ya que la excreción de suratos por la orina tiende a reducirse y puede favorecer la formación de cálculos en el riñón.
Aumentar el consumo de hidratos de carbono complejos frente a los sencillos y las grasas. Una dieta rica en cereales, féculas y verduras pobre en purinas, estimula la excreción de uratos.
Beber dos litros y medio de líquidos al día: alimentos y bebidas (agua, infusiones, zumos, gelatina). Elegir alguna bicarbonatada para alcalinizar la orina, sobre todo si se toman fármacos uricosúricos (que tienden a aumentar la eliminación de ácido por úrico por la orina).
Esperemos que os ayuden tanto éste como el resto de nuestros consejos del blog. Os animamos a que complementéis estos sencillos consejos con un/a nutricionista que os guíe/ayude a mejorar vuestra salud y conseguir alimentación sana y saludable.
Muy interesante..
GRACIAS!! 🙂