LA LITIASIS O COLELITIASIS SE DEFINE COMO LA PRESENCIA DE CÁLCULOS dentro de la vesícula biliar. Hay dos tipos con características epidemiológicas y factores de riesgo distintos:
Litiasis de colesterol: se forma por anomalías en el metabolismo de las sales biliares y del colesterol. Supone el 75% de las litiasis en los países occidentales.
Litiasis pigmentaria: se forma por anomalías en el metabolismo de la bilirrubina (un pigmento presente en la bilis). Supone el 25% restante en países occidentales.
Entre los factores que se relacionan con la aparición de litiasis por colesterol se encuentran la predisposición genética, las dislipemias (exceso de triglicéridos o bajo nivel de HDL-c -el llamado buen colesterol-), la obesidad y también los descensos bruscos de peso (disminuye la cantidad de ácidos biliares de la bilis y se enlentece el vaciamiento de la vesícula), el tratamiento con estrógenos, las dietas pobres en fibra y ricas en grasas, la infección de vías biliares y las enfermedades crónicas del hígado como la cirrosis. En la litiasis pigmentaria, los cálculos son debidos a la sobresaturación de la bilis por bilirrubina, cuyo mecanismo es complejo y aún desconocido. El tratamiento médico depende de cada caso (cirugía, tratamiento disolutivo oral con ácidos biliares, litotricia biliar extracorpórea, tratamiento disolutivo por contacto). En cuanto al papel de la dieta, una alimentación adecuada puede colaborar en la prevención de la colelitiasis, y en personas ya afectadas, facilitar el reposo del órgano, y con ello, prevenir los síntomas agudos de cólico biliar y las dispepsias o molestias digestivas.
Según admiten los especialistas en patologías digestivas, las causas de los cálculos biliares son todavía desconocidas, aunque la alteración de la bilis, un fallo en el correcto vaciado de la vesícula biliar o una infección pueden ser considerados detonantes. Esta patología se presenta en adultos de ambos sexos, pero es más común en las mujeres y puede afectar también a los adolescentes. Uno de sus problemas es que aproximadamente en el 40% de los casos no se producen síntomas. Cuando existen, los más característicos son los cólicos (dolores que viene y van) en la parte superior derecha del abdomen o entre los omóplatos; intolerancia a los alimentos grasos (indigestión, dolores, hinchazón y eructos); náuseas y vómitos; flatulencia e inflamación del abdomen; ictericia (coloración amarillenta de las mucosas y piel; donde primero se observa es en la conjuntiva o blanco de los ojos, que se vuelve amarillenta); coloración blanquecina o francamente blanca de las heces; éstas también presentan un aspecto untuoso o graso; y por último, presentar una coloración oscura de la orina.
Cuando se presentan los síntomas de manera manifiesta se deberá acudir al especialista. Éste realizará un diagnóstico mediante ecografía en la mayoría de los casos (cuando la piedra no ha bajado mucho y está situada cerca del duodeno, se aprecia la dilatación de los conductos de la bilis).
Otras pruebas de diagnóstico incluirán análisis de laboratorio, en los que se aprecian una serie de alteraciones enzimáticas, colecistografía o estudio de la vesícula biliar mediante Rayos X, e incluso la realización de un T.A.C. o endoscopia en los casos más dudosos (el diagnóstico diferencial incluye los tumores de la cabeza del páncreas, de pobre pronóstico, por lo que hay que descartarlos con todos los medios necesarios si existe la posibilidad de confusión).
Las fases del tratamiento variarán dependiendo de la gravedad de los síntomas. En aquellos cálculos que no se sufren en exceso pueden ser tratados mediante controles ecográficos periódicos. Hay que tener presente que existe una posibilidad, aunque no muy grande, de que se desarrolle un cáncer en la vesícula crónicamente irritada por los cálculos. Ante la menor sospecha, lo más aconsejable, a criterio de su médico, es la extirpación de la vesícula.
Si usted sabe que tiene cálculos biliares y nota un dolor en la parte superior derecha del abdomen, aplique calor en la zona afectada, incluso introduciéndose en la bañera con el agua lo más caliente posible. En caso de que el dolor no ceda o empeore de continuo durante más de 3 horas, busque ayuda médica.
La hospitalización puede ser necesaria para aquellos pacientes cuyo dolor persista durante más de 6 horas. La cirugía para eliminar la vesícula y los cálculos en el conducto biliar puede ser necesaria para quienes padezcan síntomas graves. El procedimiento escogido en la mayoría de las ocasiones es la colecistectomía laparoscópica.
El tratamiento de ruptura mediante ondas de choque (litotricia) de las piedras puede ser aconsejable en determinados casos.
Por último, en caso de molestias leves, utilice medicación sin prescripción como paracetamol; en caso de dolores más importantes, deberá recurrir a su médico, quien le recetará o administrará analgésicos más potentes. Los opiáceos, incluyendo la codeína, están contraindicados.
El tratamiento mediante medicación oral para intentar disolver los cálculos se utiliza con determinados tipos de cálculos y puede durar hasta dos años.
La vida puede ser totalmente normal, siempre respetando una dieta equilibrada, pero no existen restricciones, excepto guardar reposo durante los ataques.
La mayoría de las litiasis biliares presentan cálculos de colesterol y se asocian a un cierto sobrepeso. Por tanto, el tratamiento dietético propone:
El consumo de una alimentación variada, pobre en grasas y colesterol.
El control de la ingesta calórica en caso de sobrepeso u obesidad, para conseguir de forma gradual el normopeso.
La atención a otras características básicas: distribución de las comidas, técnicas culinarias que proporcionen una mayor digestibilidad de los alimentos, fuentes más adecuadas de fibra, etc.
Los alimentos con menor índice de tolerancia suelen ser: flatulentos, coleréticos (aumentan la secreción de bilis en el hígado) y colagogos (favorecen el vaciamiento de la vesícula biliar).
Los últimos avances científicos mencionan que una dieta rica en fibra con moderado aporte graso (de alimentos y condimentos), puede prevenir o reducir el riesgo de formación de cálculos biliares. Las sales biliares se forman en el hígado a partir del colesterol. Se segregan unos 30 gramos del mismo al día en la bilis. La mayor parte de estas sales son reabsorbidas y recicladas. Es la insolubilidad del colesterol cuando se encuentra en altas concentraciones en la bilis, lo que ocasiona la formación de cálculos. La fibra arrastra una porción de estas sales (y del mismo colesterol, que también se segrega en la bilis) para ser excretada a través de las heces en lugar de ser reabsorbida, dando lugar a una bilis con menos colesterol y por tanto menor riesgo de cálculos de colesterol.
Se recomienda hacer diariamente ejercicio suave (pasear, gimnasia de mantenimiento) sin realizar grandes esfuerzos.
Esperemos que os ayuden tanto éste como el resto de nuestros consejos del blog. Os animamos a que complementéis estos sencillos consejos con un/a nutricionista que os guíe/ayude a mejorar vuestra salud y conseguir alimentación sana y saludable.
Interesante información. Los que yo he tenido son renales y ni a mi peor enemigo se lo desearía.
Gracias. Me alegro te parezca interesante, espero que mejores porque es algo muy doloroso. saludos!!